Un ex preso de Guantánamo denuncia torturas a niños
Emilio Leighton V./Madrid
A Murat Kurnaz se le ve sereno pero su cara denota un poco de molestia a los innumerables flashes de los fotógrafos que lo acosan en la presentación de su libro «Un inocente en el infierno. Cinco años en Guantánamo» (Star/RobinBook). Escrito con la ayuda del periodista alemán Helmut Kuhn, la obra relata su experiencia en el limbo jurídico en la prisión de Guantánamo, acusado de formar parte de Al Qaeda.
Murat Kurnaz es un hombre fuerte, mide un metro 70 y pesa noventa kilos en masa muscular. Sin embargo, aún le quedan vestigios de las torturas recibidas en un tour de horror entre Pakistán, Afganistán y finalmente, Guantánamo, donde los marines norteamericanos le raparon el pelo, le afeitaron, le colocaron el traje naranja con el número 061. Luego le dieron una celda de 1,80 metros de ancho por 2 de largo de donde lo sacaban sólo para torturas metódicas. Tenía 19 años. Ahora, con 26, esa tragedia la expresan sus ojos que delatan una tristeza melancólica.
Este turco nacido en Bremen, Alemania, da vida a pasajes inolvidables en su libro como cuando los norteamericanos engañaron a la prensa internacional al invitarla después de unos años a Guantánamo para que vieran la situación. “Tenían una sala y un gimnasio con muchas pelotas, llevaron a los presos ahí y le decían a la prensa que los presos pasaban ahí dos horas al día, que jugaban baloncesto, al fútbol, y todo era mentira”, asegura en forma irónica.
Murat Kurnaz, denominado «El talibán alemán«,vivía en Bremen, pero la casualidad quiso que justo despues del atentado del 11-S en Nueva York en 2001 se encontrase en Paquistán. «Yo trabajaba de guardia de seguridad en Alemania en discotecas y fiestas. Ví a muchos amigos míos morir de sobredosis y esto me llevó a relacionarme con un grupo de ayuda islámico llamado Jamaat Al Tablighi, que recupera a los jóvenes en riesgo social y marginados. Me interesé por el movimiento y me enteré que tenían una escuela de Corán en Pakistán. Yo tenía planificado este viaje mucho tiempo atrás, estaba todo muy reflexionado. Fue una gran experiencia hasta que me detuvieron ilegalmente».
La escuela Jamaat en Pakistán es acusada por los norteamericanos de formar terroristas… Murat se defiende: «Esta escuela no es una escuela de Corán específica. Repito, su principal objetivo es ayudar a jóvenes adolescentes y niños, y sacarlos de las drogas».
Según Murat, un caza recompensas le denunció ante las autoridades a cambio del dinero ofrecido por Estados Unidos. «Los americanos ofrecieron en los países más pobres de la región (Pakistán, Afganistán y a los países africanos musulmanes) sumas y recompensas tan grandes (3 o 5 mil dólares) que permitían a la gente solucionar su vida comprando coches y casas. Así se lleno de cazarecompensas que ofrecían a cualquier sospechoso. Los norteamericanos no encontraban a los culpables de 11S y tenían que encontrar una fórmula o presionar para encontrar a alguien culpable».
Esto explica que, según Murat, «el 95% de los prisioneros en Guantánamo son inocentes y el 5 % son pequeños delincuentes pero nada que ver con lo que los norteamericanos quieren ofrecer a la opinión pública. Los verdaderos culpables fueron trasladados en el inicio de la guerra a otro sitio oculto y los norteamericanos saben quienes son los culpables».
Para denunciar esta situación y para defender la dignidad de sus ex compañeros, el joven alemán se ha decidido a publicar este libro:»Mi objetivo con este libro es reflejar lo que sucede en la base cubana de EE.UU y lo que una serie de políticos y autoridades practican y ejercen en nombre de la democracia. En pocas palabras: torturan en nombre de la democracia».
Murat no ha ahorrado detalles en la descripción del horror vivido en Guantánamo, denunciando incluso que menores de edad eran objeto de torturas: » En Guantánamo torturan hasta niños de 9 años (un caso que yo conocí y que sigue detenido acusado de terrorista) y todo bajo el paraguas de la democracia. Todavía hay muchas personas inocentes arrestadas en el campamento X-Ray. Yo he visto con mis propios ojos cómo algunos han muerto tras ser torturados brutalmente. Lo que quiero es que con este libro se refleje lo que hay ahí para que desaparezcan todos estos campamentos ilegales de tortura y que se lleven a los tribunales de justicia a todos los involucrados».
Una torturas de las que, evidentemente, no se salvó Murat. «Me torturaban después de cada interrogatorio con electroshock. También me colgaban de cadenas y me obligaban a dormir boca abajo. Esto pasaba durante horas y días sin descanso».
A pesar de que a los pocos meses de llegar a Guantánamo, las autoridades norteamericanas ya sabían que Murat no era culpable, no fue hasta cinco años después que fue puesto en libertad. «Cuando los norteamericanos supieron que yo era inocente, se comunicaron con las autoridades alemanas y les ofrecieron entregarme porque no tenían nada contra mí. Sin embargo, las autoridades alemanes se lavaron las manos, me mantuvieron ocultos y se olvidaron del caso. No se comunicó nada a los medios ni al país». Como seguía detenido ilegalmente, continuaron las torturas en busca de una confesión que le implicase con Al Qaeda.
El 24 de agosto de 2006 y por la presión mediática, Murat Kurnaz fue liberado con la mediación de la canciller, Ángela Merkel. Sin embargo, su inocencia siguió cuestionada por personaros del gobierno de Helmut Kohl como el ministro de Asuntos Exteriores, Frank-Walter Steinmeier.
El portavoz inglés de Amnistía Internacional, Richard Crossfield, estuvo apoyando al joven alemán en la presentación del libro. “Murat Kurnaz cuenta los malos tratos que recibió en manos de oficiales de Estados Unidos. Incluyen electrochoques, simulacro de ahogarle en agua, someterle de frío a calor, privación de sueños, humillaciones sexuales. Es una lista interminable. Un libro claro y que refleja en forma verídica lo que le pasa en Guantánamo”.