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Mundo: Alarmante situación de indígenas en Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo

16 de septiembre de 2015 | Todas

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) vela por los intereses de los trabajadores y realiza recomendaciones específicas sobre la las condiciones de empleo y seguridad que los Gobiernos, suscritos al Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y tribales en países independientes, deben garantizar.

Sin embargo, para los trabajadores indígenas, sobretodo, predominan la negación de los derechos, la desigualdad por género, la explotación, la falta de protagonismo y de representación, y el déficit de protección y solidaridad en casos de enfermedad, incapacidad o edad avanzada.

El “trabajo decente” está considerado como un derecho en las estrategias mundiales, nacionales y locales, las cuales “deben ser encaminadas al progreso económico y social para reducir la pobreza, así como un medio de lograr un desarrollo equitativo, incluyente y sostenible”.

En todo el mundo y en el caso específico de América Latina se experimentan carencias, desigualdades y exclusión, fenómenos que tienen su manifestación en el desempleo y el subempleo, puestos de trabajo de baja calidad, trabajo realizado en condiciones de inseguridad y con ingresos inseguros.

Incumplimiento cómplice

Las normas de seguridad y salubridad impuestas internacionalmente no se aplican en el común de la sociedad. Mucho menos en el ejercicio de actividades clandestinas, lo cual ocasiona severos daños en la salud del trabajador hasta su muerte.

Al respecto, se estima que hay 60 mil familias involucradas directa o indirecta¬mente con la minería informal, unos 50 mil trabajadores mineros ejerciendo directamente la activi¬dad y 300 mil personas directa o indirectamente dependien¬tes de esta actividad.

En el marco de la explotación a la que son sometidos los pobladores indígenas en sus propias comunidades, es importante controlar las condiciones laborales de aquellos que deciden migrar a la capital para optar por “mejores oportunidades”.

Este es el caso de una gran cantidad de mujeres andinas que son contratadas como empleadas domésticas. Sin contar con un seguro de salud, ni beneficios sociales, y mucho menos con un ingreso que les permita cubrir esos gastos en caso de una emergencia.

Riesgos y consecuencias para todos

Los peligros que generan las actividades extractivas ilegales que se practican vulnerando el territorio y los derechos de los pueblos indígenas no sólo afectan a los empleados explotados sino también a las personas que habitan dentro del área.

Entre las poblaciones más afectadas en estos casos están las etnias en condición de aislamiento voluntario debido a que el sólo contacto con los trabajadores de las empresas mineras o madereras generan enfermedades y hasta epidemias irreversibles en sus comunidades.

Además, se da el caso del desplazamiento forzado de poblaciones o comunidades que abandonan su territorio alterando su estilo de vida y la biodiversidad de las áreas en donde viven.

Como se recuerda, a mediados del 2008 se identificó que la etnia Pano se desplazó de territorio peruano hacia la selva brasilera para protegerse de los depredadores de madera.

¿Quién los protege?

La OIT determinó que anualmente 270 millones de trabajadores resultan lesionados y unos 160 millones sufren de enfermedades asociadas al trabajo. 2,5 millones personas mueren a causa de accidentes y enfermedades relacionadas con el trabajo.
También según la OIT, el 4% del Producto Bruto Interno mundial se pierde debido al costo generado por accidentes, decesos y enfermedades, ausencias al trabajo, tratamiento de las enfermedades y las prestaciones de invalidez y sobrevivientes -para los que tienen la suerte de acceder a ellas.
Ni la sensibilidad social, ni el riesgo de una migración forzada, ni la “responsabilidad social corporativa”, y más escandaloso aún: ni el riesgo de pérdidas monetarias, han detenido el atropello constante, el trabajo forzoso y la explotación de personas indígenas y no indígenas dispuestas a trabajar en un marco justo.