Éxito de las Jornadas Construir Resistencia
Más de un centenar de personas siguieron las ponencias dentro de un programa intenso en el que se ofreció a los asistentes un panorama completo de la situación de los refugiados saharauis. Las jornadas contaron con la presencia de los ministros de cooperación y de trabajo de la República Árabe Saharaui Democrática, Salek Baba y Mohamed Nafaa. Aunque en el transcurso de las jornadas fue prioritario el análisis de las cuestiones técnicas y humanitarias, también se abordó el laberinto político en el que se halla metido el pueblo saharaui y la especial responsabilidad histórica de España en este conflicto. La fragilidad saharaui es patente: atrapados por los intereses geoestratégicos existentes con Marruecos, que determinan la posición de países como España, antiguo colonizadora, Francia o hasta Estados Unidos en este conflicto.
Las jornadas hicieron visible el consenso sobre la necesidad de mejorar la calidad de vida de los campamentos con alternativas técnicas e infraestructuras “básicas”, que permitan un mejor aislamiento y ventilación en las viviendas, contando con “la participación de la población”. Las sucesivas intervenciones incidieron en el día a día de los refugiados saharauis recluidos en los campamentos de refugiados argelinos. Las inclemencias de un clima extremo, con fuertes oscilaciones de temperatura, con inundaciones periódicas, la tierra arenosa, el viento, las distancias, la salubridad, la escasez materiales, el olvido… son muchas las dificultades que atraviesa el pueblo saharaui recluido desde hace más de treinta años en campos de refugiados argelinos.
Según Mohamed Nafaa, Ministro de Construcción, es fundamental la capacitación, ante la falta de albañiles, carpinteros, ferrallistas, pintores, soldadores…”profesionales preparados para construir”. “Necesitamos a alguien que les enseñe cómo se hace una pared, un techo de hormigón, cómo se fabrica una viga…Alguien que les guíe correctamente”. La frase se incluía en una de las banderolas que decoraban la sala de conferencias, donde se hallaba parte de la exposición “Construir resistencia”, con fotografías, maquetas y plafones.
El presidente de ASF José Miguel Esquembre asumió los recelos que pueden provocar intervenciones en materia de infraestructuras y planeamiento en los campos de refugiados (que pudieran entenderse en clave de aceptación de un no retorno), pero dada la situación de teórica provisionalidad que dura más de treinta años abogó por buscar un punto de equilibrio especialmente en los llamados territorios liberados, sin que ello implique un abandono de los objetivos de regreso a los territorios saharauis, o dar por aceptable la situación de las personas refugiadas.
También hubo una coincidencia en la necesidad de mejorar la gestión informativa para que las múltiples organizaciones que trabajan puedan planificar mejor su estrategia y ser más eficaces, y en la importancia de reconstruir edificios afectados por las últimas inundaciones.
Las jornadas sirvieron para poner de manifiesto el valor de la arquitectura social como una forma de invertir en salud o educación… la importancia de la funcionalidad, y de los procesos de intercambio y aprendizaje en las transformaciones sociales. Llamadas a renunciar a personalismos en la cooperación, recordatorio sobre la importancia de las contrapartes. Julián Salas, experto de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid afirmó que la pobreza es siempre “multisectorial”, y se refirió a la esperanza de vida y la inmigración: ”pisar territorio español supone vivir 30 años más”.
Las jornadas se cerraron con la voluntad de dar un impulso de colaboración con los campos refugiados, tras la celebración de una serie de talleres técnicos, sobre infraestructuras, materiales y técnicas y formación, en la que los asistentes se dividieron para dar favorecer el debate participativo.
Una positiva experiencia en suma, que se presentó como un primer paso de una acción estable y coordinada.