Disminuir las muertes por malaria
Tras la celebración el pasado 25 de abril del día mundial contra la Malaria la ONG Médicos sin Fronteras (MSF) hizo público su informe “Malaria severa: cambio de rumbo. Acceso al nuevo tratamiento en África” para concienciar a gobiernos, instituciones y la sociedad en general de la importancia de cambiar el tratamiento de la malaria para poder salvar un mayor número de vidas. Invitan al cambio debido a que actualmente, hay 4.000 millones de personas en riesgo de sufrir esta enfermedad. De los casi 250 millones de afectados en el mundo, la gran mayoría se producen en el continente africano, el más vulnerable a la malaria. Cerca de 800.000 personas murieron por paludismo en 2009.
Así, MSF señala que los gobiernos africanos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los donantes deben apostar con urgencia por nuevos protocolos de tratamiento contra la malaria. Por ello, propone a los países africanos empezar a utilizar de forma generalizada e inmediata el artesunato inyectable para el tratamiento de la malaria severa en niños. Le petición de este cambio se debe a que expertos en esta enfermad y médicos que realizan los tratamientos aseguran que la quinina ha sido utilizada durante décadas para tratar la malaria severa, «pero puede resultar complicada de administrar y es peligrosa, por lo que ya es hora de despedirse de ella». Aseguran que con el nuevo tratamiento, el artesunato, el proceso es más seguro y pueden salvar más vidas ya que es más fácil de administrar y mucho más seguro para los enfermos.
MSF explica que la quinina debe administrarse mediante una perfusión intravenosa lenta que puede durar cuatro horas y que debe realizarse tres veces al día, un procedimiento farragoso tanto para los pacientes como para el personal sanitario, mientras que el artesunato puede administrarse en sólo cuatro minutos con una inyección intravenosa o intramuscular.
Además, un revolucionario ensayo clínico realizado a finales de 2010 concluyó que el tratamiento con artesunato de niños con malaria severa reduce el riesgo de muerte en casi un 25%. El estudio, realizado en nueve países africanos, reveló que por cada 41 niños tratados con artesunato en lugar de con quinina se salvaba una vida más.
Una segunda conclusión del ensayo fue que, debido a lo complejo de la administración de la quinina, los niños asignados al tratamiento con esta última tenían casi cuatro probabilidades más de morir incluso antes de recibir la terapia.
Salvar más vidas es posible, solo cabe esperar la actuación por parte de las instituciones pertinentes para hacerlo realidad.