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Abolición total para la pena de muerte

La pena de muerte vulnera dos derechos humanos fundamentales: el derecho a la vida y el derecho a no sufrir tortura. Ambos, protegidos por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada en 1948 por Naciones Unidas.

Los métodos de ejecución son variados y múltiples en los diferentes lugares del mundo: decapitación, electrocución, ahorcamiento, inyección letal, disparo en la nuca por pelotón de fusilamiento.

Un argumento que todavía hoy continúa vigente: “¿Y qué queréis enseñar con vuestro ejemplo? Que no hay que matar. ¿Y cómo enseñáis que no hay que matar? Matando. Fueron las palabras de Víctor Hugo para hacer reflexionar sobre la pena de muerte.

A día de hoy, todavía existen 58 países y territorios que mantienen este castigo en donde China, Irán, Irak, Arabia Saudita y Estados Unidos ocupan los primeros puestos en el ranking.

Cuando la pena de muerte se utiliza para reprimir la disidencia política es aborrecible. Cuando se invoca como forma de proteger a la sociedad contra el delito, es ilusoria y siempre es una afrenta contra la dignidad humana.

Aminstía Internacional ha conseguido frenar esta inhumana práctica en muchos países, un recorrido duro que se ha alargado muchos años y ha logrado verdaderos éxitos a nivel internacional.