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Greenpeace advierte que podría haber 100.000 nuevos casos de cáncer por Chernóbil

16 de septiembre de 2015 | Todas

EP/Madrid
Las estimaciones oficiales sobre el impacto de la catástrofe de Chernóbil en la salud humana han sido infravaloradas por la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) y la realidad sobre el terreno está muy por encima de las cifras que se barajaban hasta ahora, según denunció hoy la ONG de defensa del medioambiente Greenpeace, advirtiendo de que la tragedia podría provocar cerca de 100.000 nuevos casos mortales de cáncer.

El informe, ‘La catástrofe de Chernóbil. Consecuencias en la salud humana’, se publica con motivo del 20 aniversario el próximo 26 de abril de la catástrofe, el mayor accidente nuclear de la historia. De acuerdo con 52 y los estudios recientes consultados por la ONG, unos 270.000 nuevos casos de cáncer y unos 93.000 nuevos casos mortales de esta enfermedad estarán provocados por el accidente.

Según el estudio, en los 20 años transcurridos desde la tragedia se han producido 200.000 víctimas mortales en Rusia, Ucrania y Bielorrusia. Así, en los últimos 15 años se habrían producido 60.000 muertes en Rusia atribuibles al accidente de Chernóbil y se estima que el total de las pérdidas de vidas para Ucrania y Bielorrusia podría alcanzar otras 140.000. La incidencia del cáncer ha aumentado en Rusia, Ucrania y Bielorrusia. En el caso de este último país, entre 1990 y 2000 se documentó un incremento del 40% de todos los tipos de cáncer, con aumentos más altos (52%) en la región altamente contaminada de Gomel.

En Ucrania se registró un aumento del 12% y en áreas contaminadas de la región de Zhytomir, el número de adultos con cáncer casi se triplicó entre 1986 y 1994. También en la región rusa de Bryansk, la incidencia del cáncer se multiplicó 2,7 veces. En Bielorrusia, un estudio reciente ha revelado que el cáncer de tiroides en niños ha aumentado 88,5 veces, en adolescentes 12,9 veces y en adultos 4,6 veces, por lo que se prevén entre 14.000 y 31.400 casos extra de cáncer en 70 años.

En Ucrania, se prevén unos 24.000 cánceres de tiroides, 2.400 mortales. Tras el accidente, se predijo que se produciría sólo un ligero aumento de los casos de cáncer, pero la realidad ha sido otra. Además estos cánceres han demostrado ser muy agresivos, con un periodo de latencia muy breve y una elevada tendencia a formar metástasis en un 50% de los pacientes. Los casos de leucemia también aumentaron y se ha estimado que la población bielorrusa podría llegar a sufrir hasta 2.800 casos extra de leucemia entre 1986 y 2056, de los que 1.880 serían mortales.

Además de los casos de cáncer, el accidente ha tenido otros efectos devastadores en la salud de los supervivientes: daños de los sistemas inmunológico y endocrino, aceleración del envejecimiento, trastornos cardiovasculares y del aparato circulatorio, trastornos psicológicos, aberraciones cromosómicas y aumento de las deformaciones en fetos y en niños. Según Greenpeace, aparte del impacto directo de la radiación, la salud de la población bielorrusa, ucraniana y rusa se ha visto seriamente afectada por una serie de daños socio-económicos causados por la pérdida de las áreas agrícolas, los realojamientos forzados de unas 350.000 personas, la crisis económica y la falta de una adecuada información a los afectados, además de un retraso político en la protección de la víctimas. Críticas a la AIEA
Estos datos desafían las conclusiones del informe presentado por el Foro Chernóbil de la AEIA de septiembre de 2005, que preveía sólo 4.000 muertes adicionales atribuibles al accidente. Para Greenpeace es evidente que las cifras de la AIEA son «un menosprecio del sufrimiento de cientos de miles de personas».

Según la ONG, la agencia de la ONU omitió el hecho de que esos 4.000 casos mortales de cáncer se referían sólo a un grupo específico estudiado de unas 600.000 personas –los llamados «liquidadores», es decir, el personal que trabajó en las operaciones de limpieza, y los realojados después del accidente– mientras que la nube radiactiva provocada por Chernóbil afectó a más de 2.000 millones de personas. Asimismo, Greenpeace considera que la AIEA enmascara además la verdadera escala de impacto en la salud humana en otros muchos aspectos, omitiendo por ejemplo todos los impactos no oncológicos del accidente e intentando explicar muchos trastornos como «radiofobia», cuando existen claras evidencias médicas de los impactos psicológicos de la exposición a la radiación. «Resulta escandaloso comprobar cómo la AIEA está intentando lavar la imagen de los impactos del accidente nuclear más grave de toda la historia humana», lamentó Carlos Bravo, responsable de la campaña de energía nuclear de Greenpeace España. «Negar las implicaciones reales de Chernóbil supone no sólo insultar a miles de víctimas, sino que puede llevar a formular recomendaciones peligrosas como, por ejemplo, proponer realojar muchas personas en áreas contaminadas», previno, advirtiendo de que «la AIEA no puede seguir siendo el organismo de control de la energía nuclear cuando ni siquiera se atreve a admitir la responsabilidad de esta energía ante aquellos que por su culpa han visto sus vidas destrozadas para siempre».

En esta misma línea se expresó el director ejecutivo de Greenpeace España, Juan López de Uralde, quien consideró que «el mundo científico ha demostrado que la AIEA ha tratado de subestimar los impactos sobre la salud humana causados por la catástrofe de Chernóbil». «Greenpeace considera lamentable que el afán de la AIEA por beneficiar a la industria nuclear se haga a costa del sufrimiento de millones de personas afectadas por la radiactividad de Chernóbil», añadió. Población de riesgo
De acuerdo con los datos incluidos en el informe, la población más vulnerable son los 100.000 habitantes evacuados en 1986 en las zonas contaminadas de los tres países; los que recibieron importantes dosis de radiación en los días siguientes –hasta 3,2 millones en Ucrania; 2,4 en Rusia; 2,6 en Bielorrusia, y otros entre 500.000 y 800.000 personas en Suecia, Noruega, Bulgaria, Rumanía, Austria, el sur de Alemania y otros países europeos–; los ‘liquidadores’ –unos 740.000 personas de los tres países, y otros entre 80.000 y 90.000 de Moldavia, los países bálticos, el Cáucaso, y el centro de Asia. Además, también suponen un grupo de riesgo los hijos cuyos padres pertenecen a los tres grupos anteriores, y que se estima que ascienden a 2 millones hasta la fecha, según Greenpeace.

Por último, el número no determinado de personas de la antigua Unión Soviética y otros países europeos que consumieron alimentos contaminados por el accidente, así como las personas que residen en todas las zonas afectadas por la lluvia radiactiva. Este último grupo, según la ONG, ascendería a cientos de millones de personas en Europa, Norteamérica y Asia.


Exposición fotográfica Para ilustrar el impacto de Chernóbil y otros desastres nucleares, la ONG ambientalista inauguró hoy una exposición fotográfica 30 ciudades de todo el mundo en las que se muestran retratos de personas y familias afectadas por la tragedia y se relata su vida de lucha. En España, la exposición se inauguró hoy en la FNAC del centro comercial Plaza Norte de Madrid y recorrerá distintas ciudades españolas a lo largo de este año. «Estas imágenes son un recordatorio de que las vidas humanas son más que números. Detrás de las estadísticas hay personas que están pagando el enorme precio de este accidente», consideró Bravo, animando a aquellos que «todavía tenga dudas sobre los peligros que la energía nuclear» a que visiten la exposición. «Han pasado 20 años y la amenaza de un nuevo Chernóbil yace detrás de cada central nuclear», alertó.