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La gravedad de la situación de los niños nigerianos

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Nada como poder conocer el testimonio de primera mano de alguien que está sobre el terreno para entender la grave situación que atraviesan los menores en Nigeria. El representante de Unicef en Nigeria, Jean Gough, ha abierto una ventana a este Tercer Mundo a través de la web de la organización, www.unicef.es. En ella narra historias como la de la pequeña Ajija, de cuatro años, que apenas puede mantenerse en pie por la grave desnutrición que sufre.

Como ella, son más de 250.000 niños que tienen un muy mal estado de salud consecuencia de los tres años de conflicto que se levan sucediendo en Borno, en el noreste de Nigeria. Los enfrentamientos han devastado la zona, por lo que no hay ni huertas para producir alimentos ni agua potable que tomar y las enfermedades, los virus, campan a sus anchas por una tierra en absoluta desolación.

Gough explica que los niños de Borno están teniendo una falta de alimentos sin precedencias y los casos de desnutrición son cada vez más graves y frecuentes. Unicef trabaja sobre el terreno pero clama por mayor ayuda y apoyos para poder salvar vidas como la de la pequeña Alija. “Me siento impotente porque no puedo hacer nada. Los últimos dos años han sido muy duros, con muy poca comida y muchas enfermedades”, cuenta la madre de la niña.

Los recursos que se van obteniendo se destinan a diversos fines. Un ejemplo es el poder dar acceso a servicios sanitarios básicos y a agua potable. Es la manera de prevenir enfermedades, entre otras cosas. También se quieren rehabilitar las clínicas de salud, que han sido destruidas o se han visto especialmente afectadas en un 60% de los casos. Hay que continuar con la formación del personal sanitario y poder darles suministros médicos y alimento terapéutico.

Poco a poco se va mejorando aunque sea mínimamente la situación. El responsable de Unicef en Nigeria señala que unos 75.000 niños se han podido tratar en lo que va de 2016 y se está pudiendo asistir a más pequeños en las consultas.

Son infantes normales, como nuestros hijos, que quieren jugar, ir al colegio… y seguir creciendo, nada más. Y nada menos.