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Filipinas empieza a revolucionarse ante la guerra antidroga del presidente

24 de agosto de 2017 | Asistencia a colectivos marginados

Tras la llegada de Rodrigo Duterte al poder de Filipinas, la promesa de acabar con el narcotráfico matando a aquellos que distribuyen estupefacientes ha ocasionado ya casi 13.000 muertos, la gran mayoría adictos o traficantes a pequeña escala.

El apoyo por parte de la población filipina ha dado un revés en los últimos días. La muerte de Kian Delos Santos, un joven de 17 años, ha conmocionado al país que se ha unido a protestas contra la arbitrariedad e impunidad con la que actúan las fuerzas de seguridad en el país.

No se trata del primer menor abatido en esta brutal guerra emprendida por la administración filipina contra el narcotráfico aunque este último caso ha dado de que hablar. Las versiones familiares y las contradictorias por parte de la Policía plantean dudas y denuncian un abuso de poder por parte de los agentes.

El joven Delos Santos ha sido uno más de los 90 fallecidos en la sangrienta redada policial en Manila realizada a mediados de agosto. El cadáver del chico fue encontrado en un callejón y según la autopsia realizada, los forenses aseguran que recibió tres tiros en la cabeza a corta distancia cuando la versión de la policía determina que el joven ofreció resistencia y que por eso fue disparado.

Este caso ha generado una ola de protestas hacia el Gobierno.  Las quejas no han cesado, desde miembros del propio partido y de la Iglesia Católica, que piden que la campaña llegue a su fin. El presidente filipino se ha justificado explicando, «No puedes matar a una persona que está arrodillada rogando por su vida, esto es asesinato», dijo el presidente filipino este miércoles en un discurso, informa Reuters. El mandatario aprovechó para rebajar sensiblemente el tono y pedir contención a las fuerzas de seguridad en sus operaciones: «Cuando digo que hay que coger a esta gente, quiero decir que los arresten y si entonces oponen resistencia de forma violenta, (la policía) tiene que defenderse»

A pesar de las revueltas en la Opinión Pública, el presidente no parece querer retirar su ofensiva, argumentando que tiene que proteger a la gente de la droga.